Relato compuesto por
Paula Gómez, Lidia Márquez y Pedro de Vicente y
Andrea Abadía y Toni Sampietro
Era de un color azul como el cielo, y en invierno azul oscuro como el mar. Ese campo estaba hecho para soñar... Yo siempre me iba todos los días y me tumbaba, y sentía el mecer de las campanillas. Era precioso, encantador y muy bello. Pero algo sucedió aquella tarde.Un estrepitoso ruido crujió desde lo alto del cielo. Pareciera que se hubiera abierto una grieta en la caverna celeste, cuando de pronto, ¡todo se volvió gris!
Aquel día todo era espeluznante y a la vez asombroso, nunca pensó lo que sus ojos estaban viendo...
aquello no solía pasaba todos los días. El viento soplaba muy fuerte, y arañaba su rostro, haciendo volar sus cabellos castaños. Pasaron los días y las noches, el cielo no se veía, ni el sol brillaba en el firmamento, sólo llovia y llovia. Mientras, las campanillas se iban desvaneciendo en en el agua cada vez más.
Agua fría y oscura como la suciedad.
Ana se puso muy nerviosa, intentó todo lo posible para que volvieran a nacer esas preciosas campanillas azules y ese agua cristalina que le gustaban tanto. Ella se echó a llorar muy desesperada por lo que estaba pasando. Entonces, se puso a caminar para encontrar una solución al problema, hasta que se encontró con un pequeño árbol al que le preguntó.Le dijo que no lo podía solucionar, salvo que se acercara hasta el lago donde vivía una ninfa encantada que tenía poderes sobrenaturales. Caminando, caminando llegó al lago para invocar a la ninfa y hacerle su consulta. Cuándo por fin Ana se lo contó la ninfa encantada, tuvo una idea...
La ninfa le contestó que sí la ayudaría, pero a cambio de algo. La niña le pregunto qué quería a cambio, y le contestó ¡que se lo diría al final! Le contó entonces su idea: haría grande al árbol, y sus ramas actuarian como refugio contra los vientos y aquellas tempestades. Así La ninfa lo hizo, y las campanillas se salvaron. Aquel árbol se hizo grande y robusto y las campanillas azules crecieron hermosas. Pero llegó el momento del deseo de la traviesa ninfa. La niña le pregunto que queria, y la ninfa quiso la vida de niña: ¡entonces ella le convirtió en una preciosa campanilla azul, como el cielo en primavera!
Basada de la poesía de Bécquer Si al mecer las azules campanillas
RIMA XVI
Si al mecer las azules campanillas
de tu balcón,
crees que suspirando pasa el viento
murmurador,
sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.
Si al resonar confuso a tus espaldas
vago rumor,
crees que por tu nombre te ha llamado
lejana voz,
sabe que, entre las sombras que te cercan,
te llamo yo.
Si se turba medroso en la alta noche
tu corazón,
al sentir en tus labios un aliento
abrasador, sabe que, aunque invisible, al lado tuyo,
respiro yo.
Gustavo Adolfo Bécquer
Interesante microrrelato con la gran dificultad de hacerlo entre 4 personas y más en la lejanía. Gracias por vuestro esfuerzo chic@s